En la historia del comercio global hay un antes y un después del contenedor marítimo. Este invento, tan cotidiano hoy como revolucionario en su momento, cambió para siempre la manera en que se transportan bienes en el mundo.
Todo comenzó en 1956, cuando Malcolm McLean, un transportista estadounidense, tuvo una idea que parecía simple: cargar la mercancía en cajas metálicas estandarizadas que pudieran moverse sin necesidad de volver a manipular la carga. Lo que hasta entonces implicaba descargar manualmente bultos, reacomodar mercancías y perder días en puerto, se transformó en un proceso ágil y eficiente.
De la idea a la revolución logística
Antes del contenedor, descargar un barco podía llevar hasta una semana completa. Cada producto debía ser movido uno por uno, lo que aumentaba los costos, los tiempos y los riesgos de pérdida o daño.
Con la llegada del contenedor, ese proceso se redujo a horas. Además, permitió una integración fluida entre barcos, trenes y camiones, sentando las bases del transporte multimodal que hoy conecta al planeta.
Un impacto global
Gracias a esta innovación, el comercio internacional experimentó una expansión sin precedentes. Hoy circulan más de 170 millones de contenedores por el mundo, moviendo alrededor del 90% del comercio global. Desde el café que tomamos por la mañana hasta los dispositivos electrónicos que usamos a diario, todo viaja, en algún momento, dentro de un contenedor.
La logística moderna y EximCargo
En EximCargo, este invento es parte esencial de nuestro día a día. Los contenedores nos permiten conectar negocios, optimizar operaciones y acompañar a cada cliente en cada etapa de su cadena logística, sin importar el destino o la complejidad de la carga.
Desde su creación, el contenedor ha simbolizado algo más que una caja metálica: es un puente entre mercados, industrias y personas. Y detrás de cada uno, hay un mundo de oportunidades que seguimos explorando.


